El Gran Sol Rojo del Amanecer

viernes, 29 de julio de 2011

Extracto del libro Aurora de la revolución socialista internacional

de Stefan Engel,
Gelsenkirchen, marzo de 2011

Extractos de la Parte II: La estrategia y táctica del capital financiero internacional en la lucha de clases contra el proletariado internacional y sus aliados


II.6  La promoción imperialista del fanático fundamentalismo religioso como una forma nueva del fascismo

Dos formas de dominio del imperialismo

El capitalismo en la fase del imperialismo conoce dos formas de dominio:
1. La democracia burguesa, en la cual los dominantes gobiernan a las masas principalmente con el engaño, pero también con los medios de la represión y opresión abierta, y
2. el fascismo y la abierta dictadura militar, en la cual los dominantes gobiernan principalmente con el terror contra las masas, pero también con el medio del engaño.
Mientras que la dictadura militar se apoya en esencia en su poder militar, el fascismo se procura una base de masas, usando para ello su demagogia socialfascista. En el libro Der staatsmonopolistische Kapitalismus in der BRD (El capitalismo monopolista de Estado en la RFA) Willi Dickhut caracterizó al régimen fascista de Hitler en Alemania de 1933 a 1945:
"Fascismo en el poder, esa es la barbarie más cruel como sistema de dominio estatal: eliminación de los últimos restos de la democracia burguesa, disolución del parlamento, la uniformización forzada y censura de los medios de comunicación masivos, privación total de los derechos, prohibición de todos los demás partidos, disolución de los sindicatos e introducción de las organizaciones obligatorias como el Frente del Trabajo Alemán (DAF), del servicio de trabajo y del servicio militar obligatorio para todos. Atemorización, espionaje y vigilancia omnipresentes mediante la policía estatal secreta (Gestapo), aterrorizar en todos los aspectos, tortura, persecución, calabozos, campos de concentración, asesinatos y hasta el exterminio de partes completas de la población – esa es la reacción más oscura en todos los ámbitos de la vida social." (tomo II, pág. 246).
El fascismo no es un "accidente de la historia", no es una maldad demoníaca de algunos criminales, tal como la historiografía burguesa la quiere hacer pasar. El fascismo es expresión de la desaprensiva ambición del imperialismo por defender y extender su poder económico y político. Así, el establecimiento del fascismo hitleriano en Alemania fue anticipado por el entendimiento de Hitler con el más estrecho círculo del capital monopolista alemán en torno a un programa imperialista-fascista, reunidos el 27 de enero de 1932 en el Club de la Industria en la ciudad de Düsseldorf. En su discurso declaró:
·      La "raza blanca" sólo podría mantener su posición privilegiada cuando en las colonias la aspiración de las masas hacia niveles de vida más elevados sea oprimida;
·      la economía alemana necesitaría "nuevos espacios vitales con la ampliación de un gran mercado interior";
·      el peligro principal para estos planes consistiría en que la concepción del mundo comunista, las organizaciones comunistas y la Unión Soviética socialista ganarían cada vez más influencia de masas nacional e internacionalmente.
·      Por ello sería necesario un partido como el NSDAP, que había "tomado la decisión implacable" de "extirpar hasta la última raíz al marxismo en Alemania" (Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung [Historia del movimiento obrero alemán], tomo 4, págs. 564-565).
En la esencia de la concepción del mundo del fascismo están el anticomunismo extremo y la justificación del terror abierto para liquidar al movimiento obrero revolucionario. Para crearle a la dictadura fascista una fundamento lo más estable posible y organizar su base de masas fueron necesarias otras justificaciones ideológicas.
Por eso, el racismo y el chauvinismo son siempre fijas partes integrantes de la ideología fascista. De modo demagógico esas ideologías deben hacer aparecer con mayor valor a los explotadores y explotados, a los dominantes y dominados de un país y hacer conciliar las contradicciones de clase al discriminar a otros pueblos, religiones o nacionalidades haciéndolos aparecer como de menor valor. Tales difamaciones también apuntan a dividir a las masas. Al lado de ello el fascismo trata de corromper materialmente a determinadas capas de su propio pueblo. Para eso fueron promocionados proyectos como el de la construcción de la casa propia, la organización "Kraft durch Freude" ("Fuerza mediante alegría") ofreció oportunidades para vacaciones y esparcimiento y se recolectaron donaciones para las "Obras de ayuda en invierno".
La ideología de la "raza aria dominante" discriminó a otras nacionalidades y razas como "seres inferiores", asimismo a los discapacitados y homosexuales como gentes de menor valor que tendrían que someterse a la raza dominante, debiendo ser liquidados en caso contrario. El antisemitismo fue central, lo cual condujo hasta el genocidio sistemático de millones de judíos europeos. Para ello, los propagandistas del fascismo hitleriano aprovecharon los prejuicios azuzados por la iglesia cristiana a lo largo de los siglos. Ellos atizaron el odio hacia los judíos: los judíos serían los "enemigos de clase" que presuntamente explotaban y engañaban a los alemanes sencillos. Por el contrario, los capitalistas, los obreros y empleados, pequeños propietarios y campesinos deberían formar una "comunidad del pueblo" – sin contradicciones de clase y lucha de clases. Al mismo tiempo el antisemitismo debería dividir a los trabajadores del movimiento obrero revolucionario, el cual fue difamado como "bolchevismo judío".
Stalin condenó por principio al antisemitismo. El escribió:
"El antisemitismo es útil a los explotadores como pararrayos que preserva al capitalismo del golpe de los trabajadores. … Por eso, los comunistas, como consecuentes internacionalistas, no pueden por menos de ser enemigos implacables y acérrimos del antisemitismo." (Stalin, Acerca del antisemitismo, en Obras, tomo XIII, pág. 31).
El antifascismo burgués, sustentador del Estado, encubre la esencia del fascismo cuando lo reduce al antisemitismo y guerras de conquista y niega su objetivo principal: la abierta opresión terrorista del movimiento obrero revolucionario. Después de la reunificación de Alemania casi todos los centros recordatorios que tienen como tema la historia o víctimas del fascismo, fueron organizados de nuevo bajo la línea directriz del antifascismo burgués. Este coloca al mismo nivel al comunismo y el fascismo, difundiendo con ello una mentira histórica de gran dimensión. De esa forma, el antifascismo burgués difundido por las oficinas del Estado se vuelve una variante del anticomunismo. Esta apreciación no se dirige, naturalmente, contra antifascistas burgueses y pequeñoburgueses que están dispuestos a participar de una unidad de acción sin marginaciones anticomunistas.
Actualmente, bajo la hipócrita bandera de "reparar" los crímenes, que el fascismo alemán le causó al pueblo judío, los dominantes abusan del justificado rechazo del antisemitismo para justificar la política imperialista del Estado de Israel. De ese modo el genocidio a los judíos debe justificar cínicamente la brutal opresión del pueblo palestino.
Violando el derecho internacional público el régimen israelita mantiene ocupado una gran parte de Palestina y abusa, expropia, expulsa y asesina a su población. Los obreros palestinos en Israel están sometidos a una explotación especial. Gaza ha sido convertida en una "prisión al aire libre". Los sionistas reaccionarios justifican la política del Estado de Israel con la ideología racista, de que los judíos serían un "pueblo escogido por dios".
Aún cuando los comunistas no pueden ser declarados libres de culpa, por su responsabilidad en el fracaso del frente único antifascista contra el fascismo hitleriano, debe ser rechazada decididamente la teoría burguesa de la "culpa colectiva". Esta coloca al mismo nivel a victimarios y víctimas, saca del blanco al capital financiero como titiretero del fascismo de Hitler y niega y difama la lucha de resistencia valerosa y llena de sacrificios de innumerables comunistas, socialdemócratas y cristianos.
Es una obligación internacionalista, antiimperialista, del movimiento obrero revolucionario oponerse a la agresión del Estado israelí y el terror sionista.

El imperialismo de los EE.UU. y el fundamentalismo cristiano

En los EE.UU. la ideología fascista y racista ha tenido desde tiempos remotos una fuerte raíz en el fanatismo religioso. El concepto del "fundamentalismo" se refirió inicialmente a las doctrinas de la iglesia evangélica del protestantismo estadounidense. Su concepción del mundo idealista-metafísica consistía, en que la Biblia "sería la única fuente de verdad absoluta, y, por cierto, literalmente, sin vacíos e infalible no solamente en relación a enunciados teológicos y morales, sino que también a históricos y científicos" (Siegfried Hass y otros, Religiöser Fundamentalismus [Fundamentalismo religioso], pág. 71).
Actualmente, en el aspecto de la concepción del mundo, el carácter reaccionario del fundamentalismo viene a expresarse particularmente en el creacionismo[1], el cual se ha difundido agresivamente en los últimos años en los EE.UU. y en los países islámicos, encontrando en parte una preocupante amplitud de seguidores sobre todo entre las masas pequeñoburguesas.
En agosto de 2005 el anterior presidente de los EE,UU., George W. Bush, declaró que la doctrina del "diseño inteligente" debería enseñarse en los colegios con el mismo valor que la teoría de la evolución de Darwin. De hecho, en algunos estados federales de los EE.UU. fue prohibido en las universidades y escuelas, desde 1999, exponer el darwinismo como la única teoría científica. Desde 2008 el estado federal de Kansas le prescribe a los maestros instruir también sobre las presuntas "considerables dudas científicas a la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies".
En su lucha contra el "terrorismo" el gobierno de Bush echa mano al método de la demonización religiosa del Islam y pone en marcha una campaña de incitación mundial contra la fundamentalista islámica "red del terror Al Qaeda".
Además de eso el presidente G.W.Bush dividió al mundo en países buenos y malos. Así, todos los países que no se sometieron a la arbitrariedad del imperialismo estadounidense se encontraron en el "eje del mal". Bush cuenta allí sobre todo a la República Popular de Corea, Cuba, así como Irán e Irak. Todo medio estaba justificado contra esos Estados, también la agresión guerrera violando el derecho internacional, tal como lo practicó EE.UU. en el caso de Yugoslavia, del Irak y Afganistán. Y puesto que los EE.UU. sólo ejecutan la "voluntad de Dios" deben, también, dirigir la campaña contra la "maldad". Así, el fanatismo religioso se ha convertido en una justificación central de la ambición por hegemonía mundial de la superpotencia imperialista de los EE.UU..

El imperialismo estadounidense y la forma del fascismo fundamentado en el islamismo

Zbigniev Brzezinski fue consejero de seguridad del presidente estadounidense Carter y colaborador del "Center for Strategic and International Studies". Ya en 1994 él señaló en su libro Out of Control (Fuera de Control) que la superpotencia estadounidense se veía "frente a un mundo que recuerda más y más a un volcán de aspiraciones reprimidas y de una conciencia creciente de las desigualdades fundamentales." (pág. 146). El acusa "un colapso masivo de casi todos los valores establecidos especialmente en las partes avanzadas del mundo" (Ibíd., pág. X) y se pronuncia por un renacimiento religioso, sobre todo por el fomento del cristianismo y del islamismo. (Zbigniev Brzezinski, Out of Control. Global Turmoil on the Eve of the 21st Century [Fuera de control. Confusión y disturbios globales en vísperas del Siglo 21], Nueva York/Ontario, 1993; traducción propia de la edición en inglés).
Este recurrir al idealismo religioso es expresión de la decadencia, involucionismo y ausencia de perspectiva de la ideología burguesa y refleja la putrefacción del imperialismo, la descomposición no solamente de su fuerza económica y política, sino también de su concepción del mundo.
El abuso de la religión tiene una larga tradición. Sobre todo debe enfrentarse decididamente el empleo de la religión como arma del imperialismo para mantener oprimida y dividida la lucha de liberación nacional y social de las masas.
La separación entre el Estado y la Iglesia fue una de las conquistas más importantes del movimiento de emancipación burgués de los siglos XVII y XVIII. Federico Engels honoró las luchas contra la nobleza feudal y contra la justificación teológica del dominio de la nobleza. En la introducción a su texto La Subversión de la Ciencia por el señor Eugen Dühring escribió:
"La religión, la concepción de la naturaleza, la sociedad, el orden estatal: todo lo sometían a la crítica más despiadada; cuanto existía había de justificar los títulos de su existencia ante el fuero de la razón, o renunciar a seguir existiendo ...Todas las formas anteriores de sociedad y de Estado, todas las ideas tradicionales, fueron arrumbadas en el desván como irracionales;… en adelante la superstición, la injusticia, el privilegio y la opresión serían desplazados". (Engels, Anti Dühring, págs. 19-20).
Sin embargo, cuando la burguesía venció al feudalismo y había conquistado el poder político, la contradicción entre ella y el proletariado se colocó en primer plano y ella se distanció crecientemente de las ideas progresistas de la Ilustración. Desde que el imperialismo se ha formado la burguesía trata nuevamente de instrumentalizar la religión para sus reaccionarios objetivos políticos de poder.
Los marxistas-leninistas exigen desde siempre respetar las convicciones religiosas personales. De esa forma, a pesar de las diferencias fundamentales en cuanto a la concepción del mundo, personas imbuidas por la religión también pudieron encontrar acceso al movimiento obrero, a movimientos nacionales de liberación y a movimientos sociales revolucionarios.
Desde 1979 en Afganistán el servicio secreto estadounidense CIA le otorgó a fuerzas reaccionarias, que muchas veces aún estaban afincadas en las tradicionales estructuras del clan, apoyo organizativo y logístico contra la invasión de la Unión Soviética socialimperialista. Además de ello, hacia Afganistán fueron enviados mercenarios organizados por Bin Laden[2]para ofrecer allí resistencia por medios militares y también terroristas. Para ello, algunos combatientes fueron formados en campos de entrenamiento en los EE.UU. y la mayoría en Pakistán y Afganistán. En enero de 1988 Zbigniev Brzezinski confesó en un entrevista con la revista francesa Le Nouvel Observateur que el apoyo estadounidense a las fuerzas fundamentalistas islamistas comenzó el 3 de julio de 1979 – quiere decir, casi medio año antes de la invasión socialimperialista a Afganistán. Ese día el presidente Carter firmó la primera directiva sobre el apoyo encubierto. Al respecto Brzezinski dijo:
"Esa operación encubierta fue una idea excelente. Ella ocasionó que los rusos anden a ciegas en el caso afgano… En el día en que los rusos atravesaron oficialmente la frontera le escribí al presidente Carter: Ahora tenemos la posibilidad de suministrarle a la URSS su guerra de Vietnam. Y de hecho, Moscú se vio obligado durante los siguientes 10 años a conducir una guerra que el gobierno no se podía permitir; lo que, por otra parte, tuvo como consecuencia la desmoralización y finalmente el derrumbe de la zona de dominio soviético" (Le Nouvel Observateur No 1732, 15-21, enero de 1998, pág. 76, traducción propia de la edición en alemán).
En el libro Crepúsculo de los dioses sobre el nuevo orden mundial se dice sobre esa operación encubierta:
"El estímulo inicial a fuerzas reaccionarias-fundamentalistas debería servir para levantar un dique contra la lucha de liberación de los pueblos y contra un nuevo ascenso de la lucha por el verdadero socialismo. Los reaccionarios talibanes en Afganistán fueron pupilos de la CIA tanto como el tristemente célebre general Noriega de Panamá, el dictador Saddam Hussein en Irak, Abu Sayyaf en las Filipinas y el genocida Pinochet en Chile." (Stefan Engel, Crepúsculo de los dioses sobre el nuevo orden mundial, pág. 528).
A fines de los años 1970 se reanimaron las luchas sociales en el Cercano Oriente y se produjo la desestabilización de diferentes Estados. En 1979 culminó este desarrollo en Irán en la revolución contra el régimen reaccionario del Sha. El pueblo iraní derrocó a uno de los gobernadores más importante del imperialismo en esa región, la cual tiene importancia estratégica por su yacimiento de petróleo. Por ello fue tanto más sangrienta la contrarrevolución impulsada por los imperialistas. Ellos recurrieron a fuerzas islamistas reaccionarias para sofocar el desarrollo revolucionario. Con ayuda de medios occidentales constituyeron al Ayatollah Jomeini, quien vivía en el exilio cerca de París y que hasta ese momento se había abstenido de actividades políticas, como líder de la oposición iraní. Para reprimir al movimiento obrero y revolucionario de Irán crearon ellos una organización terrorista contrarrevolucionaria, la cual se apoyaba en una base de masas compuesta por pequeño burgueses atrasados. y aprovechaba las estructuras jerárquicas de las comunidades religiosas islámicas. Esa organización colaboró con el servicio secreto de los EE.UU. y liquidó a miles de revolucionarios.
El terror contrarrevolucionario derrotó al movimiento obrero y popular revolucionario; en Irán se erigió una dictadura fascista. Solamente en los primeros diez años de su dominio el régimen iraní mandó ejecutar más de 20.000 presos políticos, entre ellos la mayoría de los líderes y activistas revolucionarios de la revolución de 1979. Fueron prohibidas las organizaciones del movimiento obrero, hasta la actualidad las luchas obreras y protestas populares son reprimidas brutalmente. El régimen abusa de las tradiciones religiosas del Islam y fomenta la reanimación de las costumbres medievales del "derecho islámico" haciéndolo parte integrante del terror estatal. La opresión particular de la mujer es agudizada hasta el extremo: aumentan los matrimonios forzados, apedreamientos y "asesinatos por honor". Este desarrollo, a comienzos del siglo XXI, ilustra la tendencia del imperialismo hacia la transición en la barbarie. Es cierto que, entretanto, el imperialismo de los EE.UU. se dirige contra sus pupilos en Irán, pero sólo porque ellos se oponían a su ambición hegemónica y se negaron a aperturar su país al capital financiero internacional. Sin embargo, el terror fascista no ha podido romper la resistencia del pueblo iraní.
Los regímenes como el denominado "Estado de Dios" del Irán actual, son revestidos con descripciones como "Islam político" o "Islamismo". Estos términos, sin embargo, conducen al error pues encubren las verdaderas causas y fuerzas motrices políticas de la forma fundamentalista religiosa del terror fascista. Lo esencial no es la religiosidad de grandes sectores de las masas o incluso el compromiso político de gente religiosa; también en el Irán el fascismo es el más grande enemigo de las masas, pues él es el sistema de dominio de las fuerzas más reaccionarias del capital monopolista. Este tiene su particular base de clases en una alianza de sectores reaccionarios de la burguesía con los grandes terratenientes y los líderes religiosos del Islam. Este dominio se orienta directamente contra la aspiración del pueblo por liberación social y nacional y debe, sobre todo, levantar un dique contra la revolución socialista y el progreso de la humanidad hacia una sociedad liberada. En eso son idénticos los intereses del régimen fascista iraní y el imperialismo.



[1]           Del latín "creare". El creacionismo enseña que el universo y la tierra, la vida y los seres humanos fueron creados exactamente así como se lee en la Biblia: mediante la intervencion directa de un Dios. El creacionismo intenta, con el concepto de "Intelligent Design" (diseño inteligente), darse una imagen científica, pero se sigue oponiendo directamente contra la doctrina materialista de la evolución de Darwin.
[2]           Osama Bin Laden, hijo de un multimillonario de Arabia Saudita. El colaboró con el servicio secreto de los EE.UU., ayudando en la formación de decenas de miles de "combatientes por la libertad" contra las tropas soviéticas en Afganistán. Finalmente, estos tuvieron éxito, la Unión Soviética tuvo que irse del país. Cuando luego los EE.UU., Gran Bretana y otros imperialistas ocuparon a Afganistán, Bin Laden instruyó a los mismos combatientes de luchar en adelante con los mismos medios contra los nuevos ocupantes. Desde entonces, en la propaganda de los EE.UU. y sus aliados, él se ha convertido en un "terrorista".

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.